jueves, 3 de septiembre de 2009

Reyes del cielo

Antes de llegar de lleno al Cañón del Colca y a medio camino entre Chivay y Cabanaconde se encuentra la Cruz del Cóndor. Desde este mirador es fácil ver volar a los cóndor a primeras horas de la mañana.

Para evitar contratiempos y la avalancha de turistas decidí pegarme el madrugón del siglo y tomar el bus de las 4 de la mañana desde Chivay junto con Brieval, un bretón al que voy encontrándome y desencontrándome por esta zona.

Llegamos a Cruz del Cóndor a las 6 de la mañana, con el día recién amaneciendo y sólo cuatro gatos en el lugar. Además de cobrarnos el boleto turístico (35 soles que conseguimos reducir a la mitad con nuestra insistencia) nos informan que los cóndor no suelen aparecer hasta pasadas las 8, así que a esperar.

Efectivamente, pasadas las 8 aparece el primero. Poco a poco van saliendo los demás hasta un total de ocho. Vuelan bajo, sin apenas batir las alas. A medida que el sol va subiendo el aire se va calentando, lo que el cóndor aprovecha para elevarse con las corientes de aire hasta alcanzar al ya numeroso grupo de turistas que contemplamos atónitos este precioso espectáculo.

De verdad, es impresionante ver volar a estas aves con sus casi tres metros de envergadura y cómo planean casi rozando nuestras cabezas. La piel se pone de gallina cuando todo el mundo guarda silencio y puede escucharse con total nitidez el zumbido del cóndor cortando el aire a cinco metros de mi nariz.

Uno puede volverse loco tratando de fotografiarlos, especialmente si se tiene una cámara del montón como es mi caso. Pero como digo siempre estas cosas no son para hacerle fotos. Son para verlas y sobre todo, sentirlas. Lo de aquí debajo sólo sirve para ilustrar.









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