lunes, 30 de marzo de 2009

Cataratas

Merecieron la pena las 18 horas de colectivo (que al final resultaron 23) desde Rosario hasta Puerto Iguazú. Las cataratas son impresionantes y uno podría quedarse todo el día viendo caer todos esos millones de litros por segundo (y eso que dicen que con la sequía el caudal está siendo menor este año). Sin duda se trata del mayor espectáculo natural que he podido contemplar en mi corta experiencia como viajero.

Al margen de las cataratas, Puerto Iguazú es un pueblecito muy agradable y contrariamente a lo que me esperaba no está nada masificado por el turismo. Al estar alojándome en un hostel he tenido también la oportunidad de compartir experiencias con otros mochileros, lo cual es siempre una de las partes más gratificantes de cualquier viaje.

Como este blog también pretende ser, humildemente, de ayuda para otros viajeros aquí van un par de consejos:

- Puestos a escoger es mucho mejor visitar las cataratas desde el lado argentino que desde el brasileño. Ofrece muchas más perspectivas y diferentes circuitos que hacen que la visita sea más completa. Desde Brasil hay una única vista y tras escuchar las versiones de diferentes viajeros decidí no verlas desde ese lado.
- Es muy recomendable cruzar a la Isla San Martín con la lancha gratuita incluida en la entrada. Se obtienen las mejores vistas de las cataratas centrales.
- Aconsejo empezar por el circuito inferior, seguir con el superior y dejar la Garganta del Diablo como guinda para el final. De esa manera la impresión va en aumento y no al revés.
- Cuidado con la cámara de fotos en la Garganta del Diablo. Cuando sopla el aire te mojas entero.

- Decir "no" categóricamente a las excursiones y tours programados. Con el colectivo público se llega en un momento y sale mucho más barato.

A continuación algunas imágenes de este colosal espectáculo. Como de costumbre las fotos no reflejan ni mínimamente lo que es estar allí y verlo en persona:

Delante de las cataratas centrales (salto San Martín y salto Borsetti)

Una visión aún más panorámica

Empapado delante de una pequeña parte de la Garganta del Diablo

Vista desde la Isla San Martín

Intento de foto artística

martes, 17 de marzo de 2009

Hasta luego, Rosario

Vine a Sudamérica abierto a cualquier posibilidad, desde modificar mi ruta si la oportunidad lo merecía hasta quedarme más tiempo en algún lugar si éste me gustaba. Lo que no sabía es que esto último iba a ocurrir tan rápido, en la segunda ciudad que visitaba, ni que iba a quedarme tanto tiempo.

Rosario no es la ciudad más bonita del mundo pero su gente es la que ha hecho que me haya quedado. Aparte del grupo con el que me relaciono ya es habitual para mí que alguien reconozca mi acento en el kiosco o en el supermercado y nos paremos a charlar un rato. "Qué linda tonada, ¿de dónde sos?", me preguntan, y quince minutos más tarde podemos estar hablando de Perón o de los Picos de Europa.

Este mes y medio que he pasado aquí ha sido como unas inesperadas vacaciones dentro de mi viaje. He tenido la oportunidad de tocar la guitarra, celebrar mi cumpleaños, dar clases de tango, ver películas en compañía y mil cosas más. Pero por encima de todo he podido compartir experiencias con un encantador grupo de personas a quienes ya considero mis amigos para siempre, y a quienes espero poder devolver algún día y en algún lugar el favor que me han hecho. Momentos que difícilmente se volverán a repetir a lo largo de mi viaje. O sí, quién sabe...


Me llevo dos recuerdos de este largo tiempo de convivencia con argentinos.

En primer lugar, el afecto y cercanía de la gente. Es algo que se nota en el detalle de darse un beso cada vez que alguien, chico o chica, conocido o no, llega o se despide. En la casa nos damos un beso cuando nos vemos las caras por la mañana o cuando uno va a acostarse. No importa cuantas personas haya y las veces que haya que hacerlo, está dentro de la gente y con un simple "hola" no basta.

En segundo lugar, la solidaridad. No tenemos mucho pero lo que hay se comparte. En un mundo a veces tan egoísta es muy agradable encontrar personas así.

Dicho todo esto, hace días que siento la necesidad de volver a sentirme viajero. Por eso dentro de unas horas parto hacia Iguazú en lo que será en realidad el verdadero comienzo de mi viaje. Me marcho de Rosario pero he prometido volver. Aquí está ya una pequeña parte de mi vida.

Con Ivis y la torta que me preparó para mi cumpleaños

lunes, 2 de marzo de 2009

La isla

Fuimos hace unos días a pasar la noche a una de las islas en el río Paraná. Montamos nuestras carpas, hicimos nuestro fuego y nos tumbamos en la arena a contemplar la vía láctea y las luces de Rosario en la lejanía.



pd: aún no tengo fecha para irme de Rosario. Sigo muy a gusto y conociendo gente encantadora. Además, voy a poder celebrar mi cumpleaños en buena compañía por primera vez en varios años. Misiones y las cataratas del Iguazú aún tendrán que esperar un poco más...

Músicos

Rosario es música. No conozco a nadie que no sepa tocar algún instrumento, especialmente la guitarra, que se da por hecho que todo el mundo sabe tocarla. Desde que estoy aquí he asistido a un concierto de reggae a cargo de bandas locales, uno de rock en acústico (Spinetta) y otro de folklore argentino (Peteco Carvajal). Algunos amigos tienen su propio grupo de rock progresivo y, como ya dije, siempre hay alguien tocando algo en casa.

El Huevo a los bongos

Ale a la guitarra

Gonzalo al djembé

Lucy al violín y El Gato a la guitarra

Martu a la guitarra

Russell al violín

Lucas al teclado