viernes, 7 de agosto de 2009

Fascinante La Paz

Cuando se llega a La Paz generalmente se hace desde El Alto, y la visión de la ciudad que desde allí se tiene a través de la ventanilla es... sobrecogedora. Decenas de miles de casitas de ladrillo desparramadas desde las colinas y hundiéndose hacia el centro como si fuera un embudo, y al fondo, majestuosas, las nieves del pico Illimani con sus mas de 6000 metros de altura. Como en otras ocasiones, la piel de gallina.

La Paz está viva. Tan viva que el centro, donde solemos instalarnos todos los mochileros, puede llegar a ser agobiante. No hay una calle que no esté saturada de micros (colectivos urbanos con la forma del autobús escolar de Los Simpsons, para entendernos) y sobre todo "trufis", pequeñas minifurgonetas a toda pastilla que abastecen los barrios de esta gran ciudad. Por la ventanilla se asoma un niño, un joven o una chola y chillan cuanto más pueden a dónde se dirigen y lo que cuesta. Es su manera de captar clientes porque cada furgoneta que no se llena hasta que revienta es dinero que se pierde. "¡¡¡Sopocachi, Sopocachi, Universidad y Estadio, un boliviano, un boliviano, un boliviano!!!", suelen gritar... y así cientos y cientos. Ni que decir tiene que el peatón es el último mono, no sólo en La Paz sino en toda Bolivia, y que hombre que camina por el asfalto es casi hombre muerto: los conductores están estresados y no respetan. Y como las aceras tienen un metro de ancho pues... paciencia. Como con los peluqueros, obsesionados con afeitarle a uno.

Las calles de La Paz son cuesta arriba debido a la forma de embudo que tiene la ciudad. Si a eso añadimos que ésta, con sus 3660 metros, es la capital más alta del mundo y que vengo de pasar más de mes y medio en plano y a altitud moderada, tenemos que cada paseo es para mí (y para cualquier gringo) una escalada como las de Juanito Oiarzábal. Es curioso que cuando se está en altitud con escasez de oxígeno cada pasito para arriba cuesta tres veces más de lo que uno pensaba antes de darlo. Como me decía ayer una señora, "por eso los bolivianos tenemos el corazón tan grande", aunque de esta metáfora tendría yo unas cuantas cosas que discutir...

Aquí en La Paz me he reencontrado con amigos viajeros a los que adoro como Manu y Aure o Pepi, Andy y Hannah. Me gusta estar con gente pero de vez en cuando necesito mis momentos de soledad para sumergirme por mi cuenta en los mercados, trepar cuesta arriba hasta que ya no doy más o comer en los lugares baratos. Respecto a esto, nuevo récord batido en La Paz: sopa, segundo, pan y mate por 3,50 bolivianos (35 céntimos de euro).

Por cierto, ayer 6 de Agosto fue el Día de la Independencia de Bolivia, con más valor si cabe al tratarse del bicentenario. Sin embargo no vimos nada especial ocurriendo en el centro, más bien al contrario, daba gloria caminar sin el tráfico habitual. Cuando sí hubo desfiles fue el día 5, cortándome la calle Comercio cuando trepaba seis cuadras hacia arriba con mis mochilas. Una odisea más que añadir a mi historial sudamericano...


Calle Santa Cruz, en pleno ghetto mochilero

La Plaza San Francisco: un mochilero normal pasa por aquí entre 5 y 10 veces al día

Colorido patrio
El Prado: cruza como puedas

Sopa en bolsa

Plaza Murillo y Palacio Legislativo: Evo anda cerca

Calle Comercio

El Prado dirección Terminal

La Paz: no dejes que la niebla te estropée este momento

Calle Yanacocha: hacia abajo es muy fácil, hacia arriba ya no tanto


Algo de paz en el centro de La Paz

No hay comentarios:

Publicar un comentario