

También conocí a Fabricio, que me llevó a conocer los museos de la ciudad y El Fogón de los Arrieros, un curioso lugar de la ciudad difícil de describir, mitad museo, mitad casa del disparate.
Resistencia es la ciudad de las estatuas, ya que una iniciativa ha puesto más de 500 repartidas por toda la ciudad. Sin embargo, y como siempre digo, una ciudad no sólo es lo que ves sino la gente que conoces, y tanto Marcelo como Fabricio hicieron que pasara tres días estupendos en Resistencia. Gracias a los dos y hasta siempre.
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