lunes, 23 de noviembre de 2009

Esperando

El viaje de Cuzco a Ayacucho fue otra de esas torturas chinas que de vez en cuando no queda más remedio que afrontar. Diez horas hasta Andahuaylas, dos horas más de espera en el frío andino desayunando caldo de gallina con un borracho y otras diez horas masticando polvo entre curvas y baches hasta Huamanga (Ayacucho en qechua). Como es habitual en este tipo de trayectos en autobuses de bajo coste, no hay baño y hay que esperar a que el chófer pare y todo el mundo baje a aliviarse donde pueda. En conjunto, tan auténtico como insoportable.

Ayacucho es una ciudad bastante intrascendente estéticamente, sin nada que ya hubiera visto antes, pero no podía hacer otra cosa que esperar ya que ése debía ser el punto de encuentro con Javier para el proyecto que me había propuesto en Cuzco: pasar un mes con las comunidades andinas del departamento de Cangallo filmando un video institucional para la misión jesuítica. Estamos hablando de la zona donde el terrorismo de Sendero Luminoso actuó con más dureza en los 80 y 90, dejando miles de muertos y desaparecidos y más de un centenar de fosas comunes sólo en Cangallo.

Los primeros días anduve solo, conociendo el lugar y visitando el Museo de la Memoria donde se hace un acercamiento a lo que fueron aquellos años de guerra. Al cuarto día llegó Javier y al sexto conocimos al Padre Emilio, quien nos alojaría durante nuestra estancia y nos mostraría la realidad de esta zona ignorada.

Tres horas en 4x4 sorteando barrancos y estábamos en Cangallo.







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