miércoles, 30 de septiembre de 2009

El Valle Sagrado de los Incas

Aparte de Machu Picchu, la joya de la corona, existen más restos arqueológicos del periodo incaico en los alrededores de Cuzco. Las autoridades lo han diseñado perfectamente para, en mi opinión, sacarte la plata con descaro. Hay dos grupos de ruinas: Saksayhuamán, Qenko, Puka Pukara y alguna más están en las inmediaciones de Cuzco; Pisaq, Ollantaytambo, Moray y Chinchero están más lejos, en pleno Valle Sagrado. Tienes dos opciones: pagas 130 soles y tienes diez días para ver lo que quieras o pagas 70 y tienes dos días para ver uno de los dos grupos. Volvemos al tema de la desproporción, ya que esas cantidades son fortunas por estas tierras. En cualquier caso yo me decidí por el boleto de 70 y visitar el Valle Sagrado por mi cuenta, sin agencia ni nada. Éste fue el resultado.

Pisaq

Bien temprano tomé el carro de linea hasta Pisaq, a una hora y media de Cuzco. Las ruinas están arriba de una montaña y a mi llegada esperaban los taxistas como aves carroñeras para cobrarte la vida por subirte a la cima. "Vais listos", pensé. Me armé de valor y subí por mi cuenta la montaña (creo que fui el único que lo hizo así). A medida que ascendía contemplaba hermosas vistas del valle y los primeros andenes, superficies construidas por los incas para sus cultivos. En una hora y algo ya estaba arriba y pude dedicarme a recorrer el circuito, encontrándome de frente a todos los grupos que venían con agencia y lo hacían a la inversa: desde arriba, bajaban.

Al ser mi primer encuentro con la arqueología inca no pude contener la emoción. El paisaje es magnífico y las construcciones, soberbias. La lástima de no ir con un tour es no disponer de un guía que te explique cada cosa pero cada vez que veía a los grupos como borreguitos de un lado a otro siguiendo a su guía me reafirmaba en mi idea de que eso no sirve para mí y que necesito mi independencia, aunque ello suponga no tener tanta información (siempre se puede poner la antena y captar cosas que van diciendo, o buscar por internet o comprarse un libro).

En tres horas ya había recorrido todo lo recorrible y bajaba de nuevo al pueblo para almorzar.













Ollantaytambo

Tras el almuerzo nuevamente tomé el carro de linea hasta Urubamba (1 hora) y ahí intercambio a un taxi hasta Ollantaytambo (20 minutos). Hay que decir que al no haber transporte directo de unos puntos a otros toda la visita al Valle Sagrado es engorrosa y te hacen esperar bastante. En ese sentido una agencia proporciona más comodidad.

En Ollantaytambo, más ruinas al lado mismo del pueblo, flanqueado por una imponente montaña de roca. La sorpresa aquí fue comprobar que las ruinas se observan perfectamente desde afuera por lo que el boleto sólo sirve para entrar y caminarlas, pero si uno anda "pelao" se lo puede ahorrar o incluso colarse por la salida, que no la vigila ni el tato.

Tras haber visto Pisaq, las ruinas de Ollantaytambo fueron algo menos impresionantes pero igualmente dignas de visitar, especialmente por las preciosas vistas del pueblo desde las alturas. Hay que tener un poco de cuidado porque el viento sopla con fuerza y puede tirarte ruina abajo. En una hora y algo se completa la visita así que al ser ya media tarde busqué un alojamiento barato para pasar la noche (me costó encontrarlo), cené en el mercado y me dediqué a pasear un poco por el pueblo antes de irme temprano a la cama. Había sido un día intenso pero enriquecedor.








Chinchero

Otra vez a madrugar para tomar una combi a Urubamba y de ahí otro carro hacia Chinchero. A medio camino está el desvío a Maras, desde donde pueden visitarse los andenes circulares concéntricos de Moray. Pero hasta allí no hay servicio de transporte y sólo puede accederse en taxi. ¿Y cuánto cobra el taxi? Un riñón y parte del otro (9 dólares por 13km según dicen), así que me salté esta parte con algo de pena y frustración y me fui directo a Chinchero.

Chinchero realmente no tiene nada que no se haya visto antes. Básicamente son andenes para cultivos que ni siquiera están descubiertos del todo. Hay una bonita iglesia y lindas vistas de la llanura, así como un ejército de señoras que venden artesanías y que no paran de repetir "cómprame, cómprame papito". Entre lo uno y lo otro, cierta decepción me llevé.

Visitado Chinchero sólo me quedaba librarme una vez más de los taxistas chupasangres y tomar una combi barata de vuelta a Cuzco (te cobran cuatro veces menos).








He disfrutado con mi visita al Valle Sagrado, especialmente por la satisfacción de haberlo hecho por mí mismo sin depender de agencias y buscando siempre las opciones más baratas. Pero no puedo ocultar un cierto sabor agridulce al comprobar cómo todo el mundo (autoridades, artesanos, taxistas, restaurantes, etc.) quieren sacarte la plata a toda costa y que los precios son exagerados. Bonito el Valle Sagrado, sí, pero algo sobrevalorado.

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