viernes, 7 de agosto de 2009

Últimos días en Sucre

A punto de cumplir los siete meses en Sudamérica me doy cuenta de que mi viaje es cada vez un poco menos viaje y un poco más vivir. No se trata de visitar lugares a toda prisa sino de pararse en los más atractivos y saborear con calma lo que es la vida allí. Uno de esos lugares fue Sucre y como ya me pasara en Rosario, Rio de Janeiro y Salta, la buena compañía y las rutinas diarias hicieron que la estancia se alargara. Alguna que otra falda autóctona también me retuvo en la ciudad.

Las primeras semanas las pasé en un hostel en dormitorio compartido donde cada día veía algunas caras repetidas que acabaron convirtiéndose en buenos amigos, como Pepi de Sydney, Hannah de Londres o Jonathan de Israel. También me encontré por casualidad con Pascal, de Zurich, a quien habia conocido dos meses atrás en Rio, o a Joan, de Barcelona, con quien había visto la final de la Champions en Salta. Los viajeros que conoces, aunque siempre hay de todo, sigue siendo una de las cosas más gratificantes de mochilear, y reencontrarte con alguno después de mucho tiempo, es una pasada.

Después del hostel me cambié a una pensión donde pude tener mi propia habitación (con la cama rota, eso sí). Y cuando ya estaba decidido a marcharme, dos monstruos como Manu y Aureliano, español e italiano, me invitaron a instalarme con ellos en el departamento que habían alquilado. Muchas cosas se podrían contar de la vida en ese departamento y su dueña, pero quedarán en nuestro recuerdo.

Sucre ya es también (y quién me lo iba a decir) un pedacito de mi vida. Si me preguntan qué hice allí durante mes y medio no sabría que contestar. Nada especial, supongo, aparte de vivir. Las conversaciones de fútbol con Manu y Aure, tardes en la 25 de Mayo viendo pasar estudiantes o charlando con algún kolla, la ficha para el almuerzo en la Pensión Alfil, las canelitas en el concierto kjarkas del Día de La Paz, las noches en el Florin, ver "The Devil's Miner" (la película sobre un niño minero) en el Joyride, el Mytos, el Nano's, el Shisha, Alan y su concierto de jazz, Carolina, Jhannys, Maghela y la madre que los parió a estos bolivianos. Vivir en Sucre, que no es poco.


"Si-dis" y "di-vi-dis"

Juana Azurduy de Padilla, de profesión, heroína
Huelga de hambre de kollas en la calle Argentina
Yo, la siesta, en el mercado

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